De envidia mueren los libros de aventuras
cuando escuchan nuestra historia,
que a pesar de las batallas
todas esconden su victoria.
De tu falta se alimenta mi vacío;
sangre de mi sangre,
ánima de mi cuerpo.
Casi tu aliento lo que al aire envío.
El negro de tu sombra,
el rastro de tus pisadas,
que vayas donde vayas
detrás marco mi huella.
La suerte en una mala racha que me hizo más fuerte.
De la mano me enseñaste
a nadar contracorriente;
de mis metas y mis sueños
siempre fuiste confidente.
Tu voz, mi subconsciente.
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